2018-12-03 19:58
Hay siempre muchas formas de ver cualquier conflicto. Cada persona contará cómo le ha ido y como le ha afectado. No cabe duda de que las motivaciones, causas, estrategias y consecuencias a largo plazo se van a escapar de esas narraciones en primera persona, pero también que si nos fijamos en las primeras se nos escapará la parte más importante: el sufrimiento que estos conflictos implican.
Este libro se puede comprar prácticamente en cualquier tienda de souvenirs de la susodicha
Comuna 13 de la ciudad de Medellín. Si no has oído hablar de esta ciudad es que no tienes Netflix, no has visto ningún telediario en los últimos años, o ambas cosas. En realidad, no es una situación que haya seguido así, y el hecho de que puedas pasear por el barrio con graffiti tan maravillosos como este, comprar libros y disfrutar de una Pilsen fresquita o de un tinto, así lo atestigua.
Pero no siempre fue así. Hablando con gente del lugar que eran adolescentes en aquella época, finales de los 90 y principios de los dos miles, te cuenta que el 75% de su generación está muerto. Así. O por participar en la guerrilla, o por el fuego cruzado, o muertos por cualquiera de las facciones que por allí campaban.
Y sobre lo que es muy aconsejable leer Los Ejércitos, de Evelio Rosero. Un espejo, en clave de ficción, de esa situación
Este libro habla, por boca de personas en diferentes circunstancias, qué ocurrió en esa época, que acabó con la
Operación Orión. Más bien habría que decir que pasó a una fase, pero que finalmente se extinguió, para ser algo donde, más o menos, se puede vivir.
El autor usa testimonios personales e informes oficiales para hablar del clima de violencia, de las matanzas, de la dificultad de una vida cotidiana en un entorno donde impera la ley del más fuerte y del que puede coordinar, en un momento determinado, una potencia de fuego superior. Cómo también esta violencia es difícil de contener y acaba afectando a todo el entorno, y envenenando a la sociedad. Y cómo también se manda un mensaje de esperanza: de un conflicto también se sale.
Hoy en día, Medellín tiene un transporte público eficiente y un montón de sitios donde comer, visitar y conocer la historia del país; que es, también en parte, historia del nuestro. Y, sobre todo, una escena de graffiti con una vitalidad enorme, y dentro de la Comuna 13, y fuera de ella, se puede contemplar por todos lados. Y un café excepcional.