Atalaya: desde la tela de araña

2019-03-26 12:46 Llamándose Karin Slaughter, que significa matanza, resulta complicado imaginar cómo su destino la podía haber llevado por otro camino que no fuera escribir sobre un montón de crímenes. Ya habamos de ella aquí, el año pasado. La verdad es que se convirtió de repente en una de mis autoras preferidas. No sólo por la emoción que le imprime a la trama, con tuercetramas a cada ratico, sino también por la profundidad de los personajes.
Esta novela, que está fuera de ninguna serie, tiene de trasfondo una trama de creación de películas snuff. El punto de partida es la desaparición de una mujer, Julia Scott y cómo ese hecho impacta en el resto de la familia. Ocurrió años atrás, pero el padre no ha dejado de buscarla desde entonces.
En el presente, Claire Scott, su hermana, está casada con un arquitecto de éxito y es asesinado en el transcurso de un atraco. Lydia Scott vive cómodamente, sin lujos, y cuida de su hija, Dee, que tiene 17 años. No se veían desde muchos años atrás, pero la muerte del marido de Claire, de repente, vuelve a unirlas. Y más cuando descubren que tanto la policía como el FBI, junto con el socio del marido, andan detrás de algo que tiene este, o tenía, pero Claire no entiende por qué. Lo que parece, en un momento determinado, es que el marido está de alguna forma relacionado con la desaparición de la hermana y otras muchas desapariciones.
Con esa temática, el libro tiene escenas bastante desagradables. Pero casi más desagradable que el horror físico es el terror sicológico al que se ven sometidos los personajes, y sobre todo, la transformación que la búsqueda desecandena en ellas. Leyéndolo junto con "Satanás", el otro libro que me queda por comentar, es ver un documental sobre el horror posible, horror en estado puro, y todo de origen biológico y natural. Uno termina el libro con el alivio de que es poco probable que pase en estos lares, pero tampoco la seguridad cierta. El terror asusta más cuando es más plausible, y con los personajes que Karin pone en sus páginas, el naturalismo del paisaje que pinta es prácticamente completo, con lo que uno acaba sin tener escape.
El libro es totalmente aconsejable aunque no suelas tocar el palo de la novela negra. Si no te van las sensaciones fuertes, o si tienes que guardar Mujercitas en el congelador después de un rato, no te acerques a él. De ninguna maneral.