2019-06-01 20:42
Karin Slaughter, cuyo último libro comentamos
apenas hace unos meses, es una de las escritoras con descripciones más brutales del panorama del policial americano, acerándose al horror algunas veces. Sus asesinos en serie son tan brutales, y el punto de vista tan cercano, que casi puedes escuchar los gritos. Cuando lees sobre Bosch sabes poco del asesino y de la víctima. Cuando empieza el libro ya ha sucedido y las personas cercanas tienen que lidiar con ello, así como el policía encontrar al asesino.
En los libros de Karin Slaughter la violencia ha sucedido, pero sigue sucediendo. El mal sigue ahí, está cerca, le respira encima a las protagonistas, que no siempre son policías ni tienen ninguna habilidad ni autoridad salvo el instinto de supervivencia y, en muchos casos, el apoyo de su familia. Pero por eso son libros que, a pesar de tener una fórmula más o menos diáfana, al menos cuando has leído unos cuantos, siguen enganchando.
De hecho, me enganché con otro después de este. Se reseñará en su momento
Pero vamos al tema. Atacan a una mujer en el cuarto de baño de un bar y Sara, una pediatra y forense, llega a tiempo sólo para verla morir en sus brazos. El asesinato parece ritual, pero la policía no tiene absolutamente ninguna pista. La asesinada es hermana de una mujer policía, y el ex-marido de Sara investiga el asesinato, pero van dando una serie de palos de ciego hasta que, a través de dos o tres giros de guión... Aparece el espoiler.
Es el primero de la serie de "Grant County", un condado ficticio en Georgia en los que Sara es la principal protagonista. Y es además la primera novela de
la autora, pero todo lo que la hace tremenda y tremendamente buena ya está ahí. Por todo ello, muy aconsejable. A leerla ya.