2019-06-16 13:31
El
ferrocarril subterráneo al que se refiere el título de este libro era el nombre de una red que ayudaba a esclavos a escapar a Canadá en la época de la esclavitud, hasta la guerra de Secesión americana.
Pero no se trataba de un ferrocarril real, aunque se hablaba de revisores, y se usaban todo tipo de metáforas ferroviarias para denominar las estaciones de paso y las vías de escape. En el imaginario del país, era un camino hacia la libertad. En este libro, el ferrocarril subterráneo es realmente un ferrocarril, con estaciones, horarios, maquinistas y todo lo que corresponde, y es realmente subterráneo, llegando hasta los estados del sur, desde donde diferentes voluntarios actúan como expendedores de billetes y proporcionan horarios y alojamiento mientras llega el tren.
El hecho de que tal ferrocarril no existiera, y que realmente fuera imposible su existencia en esas fechas, es el elemento fantástico que explica la concesión del premio Arthur C. Clarke. ¿Quien lo construyó? "Quien lo construye todo", le contestan a Cora, su protagonista principal. Este ferrocarril es el nexo de unión entre los diferentes capítulos del libro, pero las locomotoras y los que llevan los ferrocarriles son muy reales.
También funciona el ferocarril como una metáfora del descenso a los infiernos, el infierno de la esclavitud. La novela es una novela de horror, que pasa de los horrores de la captura de la abuela de Cora, a los horrores del trabajo en una plantación, a los horrores del tratamiento de los afroamericanos en los diferentes estados, esclavistas o no. Una huida no es nunca una huida a la libertad, sino un viaje hacia un tipo diferente de opresión, y un viaje en el que el cazarecompensas Ridgeway está siempre presente y siempre persiguiendo a Cora. Una opresión que, a veces, procede de personas de la misma raza, y de la que es difícil escapar, ni siquiera viajando en el tiempo. Verla lado a lado de
"Infiltrado en el Kkklan", que es una excelente película, te muestra cuanto ha cambiado todo y, a la vez, qué poco ha cambiado. Por eso la novela es de actualidad.
Y Colson es un maestro de la narración, con un tono que es siempre el adecuado a la escena y que, desde el punto de vista que narre, sabe transmitir el ambiente y los sentimientos, con frases cortas y precisas y con un vocabulario rico y adaptado.
Es una novela excelente y muy aconsejable. Más que
otras del mismo autor, por madurez y por temática.