2019-09-04 18:28
Si vas a Praga, haz como los praguenses: lee algo de algún autor local, que algo se te quedará. Antes de ir a Praga este pasado julio, me tiré una buena hora tratando de buscar "Trenes fuertemente vigilados", del mismo autor, un libro que recordaba haber tenido, o quizás simplemente haber visto, incluso recordaba vagamente una portada en colores ocres y verdosos, y algo del Círculo de Lectores (que nos lo regalaron por llevar no sé cuanto tiempo, o algo así).
Ese libro desapareció, o nunca existió. Pero este sí, y me lo compré en una librería por cuya puerta pasaban tranvías de color rojo, y donde vendían papelería de la marca Papelote, aparte de libros viejos y nuevos. Llegué ahí después de ir a otra librería, un poco más abajo en la misma calle y en otra acera, dedicada exclusivamte a libros en inglés, y que no tenía ni un libro de autores local. Ni de Kafka. Otra situación absurda, como la búsqueda de un libro que posiblemente nunca ha existido, y que abundan en esa tierra.
El planteamiento del libro también es absurdo. Es un libro en una sola frase, sin ni siquiera un punto. Un flujo mental en el que se repiten situaciones de diferentes décadas y personajes, citas de un libro, escenas de amor y de muerte, a veces en la misma escena. Redención y condenación, y una sucesión de sucedidos que crean una atmósfera más que progresar en una historia.
Un libro que posiblemente aburriría mucho, y que podría ser un ejercicio en virtuosismo, pero que al final deja un sabor de boca agridulce, como las salchichas encurtidas que nunca, posiblemente, se servirán de tapa en ningún lugar de esta tierra.