2003-05-08 18:45
Ayer comenzamos las tertulias post-curso de relatos breves, donde seguiremos la actividad escritora, comentando nuestros relatos, y proponiendo ejercicios. Ayer se propuso el siguiente: escribir, sobre la marcha, un relato que comience con esta frase:
Sentado en la silla frente a su escritorio, el hombre respiraba con violencia por la boca. Yo la continué así:
La araña que se balanceaba en su tela de araña (como no podía ser de otro modo, si fuera una tela de tergal se trataría de un tergal, no de una araña), ciertamente, no tenía mucha experiencia en bocas, ni en los posibles flujos que de ellas provinieran, en uno u otro sentido.
Por eso, simplemente, se dejó llevar. Soltó un poco de seda, como le habían enseñado en la asignatura "Producción creativa de seda II": ante la duda, suelta siempre un poco de seda. Y se balanceó.
El hombre seguía respirando con violencia, tanto en su inspiración como en su expiración.
La araña se vio atraida inexplicablemente hacia un vórtice; siguió soltando seda, porque no tenía mucha imaginación. Sus telas eran siempre hexagonales, y las ponía en los sitios más obvios. Los mosquitos a veces se caían en ellas de pura pena. Era una existencia triste, sí, incluso para una araña.
Pero aunque fuera triste, tampoco era cuestión de que terminara así. Engullida violentamente por el hombre que respiraba de la misma forma